Alexandra Franccesca Gómez Orellano
La joven y talentosa Alexandra Gómez, nos comparte un hermoso poema en la edición de diciembre 2023
Tengo una niña muerta frente a mí,
muerta en mi habitación
Yo la maté.
La gente la quería ver muerta.
No entendía el por qué.
Ella era buena,
me rogaban que acabe con su vida.
Y fui yo quien le disparó.
Tengo una niña muerta sangrando a mis pies,
de un disparo yo la maté.
No soporté la presión y apreté el gatillo,
me arrepiento de matarla
esa niña vino a mí por ayuda,
creía que yo la salvaría
y solo le disparé
creí que me libraría de la presión si la mataba.
No la maté yo sola,
pero fui yo quien tomó la decisión.
Esa niña tenía sueños, tenía pasiones, amores,
vida…
Tengo una niña sin vida aquí conmigo.
Solo estamos lo que queda de ella y yo.
Esta niña muerta amaba estar con su familia,
le gustaba hacer postres,
le encantaban los dulces,
tenía amigos,
era incapaz de hacer daño,
no era perfecta,
pero era feliz.
Nada hará que vuelva.
Camino todos los días con pena,
aún siento la sangre en mis manos y rociada en mi rostro.
Yo debí morir.
Vuelvo a mi habitación y la veo.
La niña muerta en mi habitación,
a veces me recuesto junto a ella;
hablo con ella,
me pregunta siempre si soy feliz después de matarla,
y yo solo envidio la paz que ella tenía en vida,
paz que no tengo desde que ya no está.
Hay momentos en las que ella quiere volver a la vida,
quiere levantarse y gritar;
gatea hacia mí y yo me atemorizo;
pero, no logra levantarse y vuelve a morir.
Hay una niña muerta a mi lado,
ella no volverá,
y aún quedan fragmentos de ella en mí,
ronda en mi conciencia todos los días,
nadie sabe que está muerta,
nadie ha notado que no está
y siendo una niña tan bella
es doloroso que no notaran su ausencia.
Pero, es mejor, ¿verdad?
Así no me castigan como a una asesina,
no me hacen daño.
Daño que yo ya hice,
que le hice a esa pequeña niña.
No pude enterrarla
sigue en el suelo de mi habitación.
No puedo llorar su muerte,
porque nadie sabe que murió.
No pude despedirme de ella.
Acabé con su vida con los ojos cerrados.
No puedo traerla a la vida
Pero…
Puedo honrarla en mi memoria.
No la olvido ni la olvidaré.
Quería que yo fuera feliz,
Aunque, después de su muerte no lo fui,
sufrí;
pero, le prometí que viviría feliz la última vez que hablamos.
Estaba buscando formas de ser feliz,
pensé que sería olvidando que soy la asesina de una niña.
Pero, debo aceptar que murió.
Y honrar los recuerdos que tuve con ella.
No me perdonaré lo que hice
Pero, ella me perdonó
¿Por qué?
Sigo preguntándomelo,
Aunque sé que no podrá contestar esa pregunta.
Tengo una niña muerta en mi habitación.
Esa niña soy yo.
Y le prometí que haría lo necesario por recordar lo que ella fue y ser feliz
para que nadie la olvide
ni olvidé que tuve una niña muerta en mi habitación.

